Los suplementos alimenticios son unos productos que están constituídos por unos o varios nutrientes, los cuales pueden estar presentes en concentrados o extractos. se pueden presentar en comprimidos, cápsulas, píldoras, tabletas, polvos, líquidos o inyecciones, los cuales se adicionan en la dieta para corregir o prevenir deficiencias de vitaminas, minerales, aminoácidos, etc.
Estos alimentos funcionales presentan particularidades que afecta al organismo de forma positiva. Estos los podremos encontrar en el mundo vegetal, como en plantas, hongos y frutos, o en el mundo animal, en sueros, bacterias, etc.
Estos nutrientes que queremos añadir a la dieta, son suplementos de una deficiencia creada.
Así el consumo de suplementos tiene que estar muy controlado, y solo debe consumirse cuando el organismo realmente lo necesite y se nos ha prescrito porque, cuando en nuestra dieta falta ese nutriente, o porque nuestro ritmo de vida nos exige dosis extras del nutriente indicado.
Para que la ingesta de estos productos sea realmente efectiva tendremos que adaptar nuestros hábitos.
En primer lugar, tendremos que repartir las tomas a lo largo de la jornada. Esto se debe a que un suplemento es una cantidad concentrada de un determinado nutriente, y para asimilarlo en su mayoría necesitamos aportarlo a lo largo de día entre las comidas principales.
Según la marca del fabricante de nuestro suplemento, habrá que respetar algunos momentos específicos para ingerirlos. Un ejemplo podría ser, algún suplemento que se debe tomar en ayunas, o 2 horas después de comer.
Algunos concentrados de nutrientes si los ingerimos, puede que no los absorbamos del todo. El motivo es que algunos nutrientes necesitan asimilarse en presencia de alguna vitamina, por lo cual si aumentamos la dosis de unos, tendremos que aumentar la dosis del otro. Por ejemplo, el hierro se asimila con vitamina C o las vitaminas liposolubles (D,E,A y K) en presencia de alimentos grasos.
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