jueves, 13 de diciembre de 2012

No solo es lo que comes, sino cuándo lo comes



Habitualmente escuchamos que para perder peso debemos comer lo mínimo posible por la noche, porque el metabolismo se vuelve más lento. ¿ Es cierto?

Realmente el cuerpo procesa las calorías de igual forma cuando son ingeridas en la mañana, en la tarde o en la noche, pero aquí entra el juego de las calorías consumidas y las calorías quemadas. Además  lo que engorda es comer más de lo que corresponde según la edad, sexo, constitución, actividad física, etc.


Por ejemplo no será lo mismo que te tomes un bocadillo por la mañana que tienes más tiempo para quemarlos, que comértelo a la hora de la cena cuando ya no realizas ningún tipo de actividad física.

Otro problema a la hora de comer en la cena, es que se suelen comer alimentos muy calóricos porque hay personas que tienen ansiedad o porque no les apetece la cena, aportando al organismo muchas grasas y azúcares. Y como después de cenar no es habitual irse a bailar, solemos acabar con más calorías de las necesitadas en un día, acumulándose en forma de grasa.

Cenar mucho además puede dificultar dormir bien o producir digestiones pesadas. Estas digestiones van a provocar que no se asimilen bien los alimentos y dispongamos de menos energía al día siguiente. De esta manera podemos caer en un círculo vicioso, porque con cenas copiosas nos levantaremos con poco apetito pudiendo saltarnos el desayuno, la comida más importante del día (tanto para tener energía durante todo el día como para perder calorías).

Queda claro que lo mejor que se puede hacer es cenar productos ligeros de pocas calorías y dejar unas 2 horas para realizar la digestión antes de acostarnos.

La regla básica es desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo.

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