jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Están las gominolas hechas de petróleo?

Ositos, gusanos, dedos, regalices, arañas, corazones, dedos, llaves... De todos los colores, formas, sabores y tamaños. Las gominolas son el dulce de nuestra infancia y, probablemente, no tan infancia. Todos nos permitimos el gusto alguna que otra vez pero... ¿qué son en realidad y de qué están hechas?


No es cierto que las gominolas estén compuestas por petróleo, evidentemente. Sin embargo este mito está demasiado extendido y no sólo son los niños quienes lo piensan. Pero no, no es cierto.
Lo que sí es cierto es que su textura y sus presentaciones tan variadas nos hacen preguntarnos cuál es su verdadera composición.
Pues bien, las gominolas son prácticamente azúcar. Llevan otros aditivos como lo son los colorantes, los gelificantes (que le proporcionan su textura gomosa), los aromas o los acidulantes; pero su ingrediente básico es el azúcar.  Su textura característica también es proporcionada por la gelatina, que es una proteína. Sin embargo no se considera que las gominolas aporten proteínas dado que esta gelatina tiene una composición incompleta y no aporta ningún aminoácido esencial.
Su contenido en agua es escaso, casi siempre menor del 14% y mucho menor en algunos casos; y el porcentaje de grasa es menor al 1%. Esto puede llevarnos a pensar que las gominolas, con tan poca grasa, no engordan. Pero no olvidemos que el porcentaje de azúcar es de entre un 70% y un 80% y que, por lo tanto, el valor energético de las gominolas es muy elevado, de aproximadamente 350 calorías cada 100 gramos.
Puesto que esta composición no nos aporta prácticamente ningún nutriente esencial para nuestro organismo, este valor energético es exagerado, convirtiendo a las gominolas en un capricho totalmente prescindible.
Además, los altos niveles de azúcar contribuirán a la aparición de caries, y un consumo excesivo puede provocar sobrepeso, ya que el exceso de azúcar pasará a almacenarse en forma de grasa en el tejido adiposo.

Como veis, el consumo de gominolas pocos beneficios puede aportarnos y su exceso puede ser verdaderamente perjudicial para nuestra salud. Disfruta de sus múltiples sabores de forma moderada para no engordar, y con una buena higiene dental posterior para evitar la caries. ¡No olvides que todos los excesos son malos!

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