Los alimentos transgénicos son aquellos que, a través de la ingeniería genética, han recibido los genes de otros organismos para modificar sus características. Si bien en primer lugar el fin de este proceso era el de crear especies resistentes a herbicidas y pesticidas para eliminar las malezas sin que fueran dañadas; más tarde pasó a utilizarse para mejorar la calidad de las cosechas y para obtener alimentos con unas características específicas de una forma más rápida que la tradicional, que consistía en realizar cruces y en seleccionar minuciosamente los alimentos.
Entre las características que se podía conseguir en estos alimentos están las siguientes:
- Aumento del rendimiento y tolerancia a herbicidas.
- Aumento de la síntesis de macro y micronutrientes.
- Mayor tolerancia a sequías, alcalinidad o salinidad de superficies de cultivo.
- Mayor capacidad fotosintética.
- Aumento de la incorporación de nutrientes al terreno.
- Mejorías en término de sabor, color y textura del alimento.
- Optimización de su duración y conservación.
- Mayor resistencia a temperaturas extremas.
Por una parte, las organizaciones ecologistas han tomado como principal argumento en contra de estos alimentos que pueden provocar la aparición de nuevas alergias ya que al introducir los genes de un alimento dentro de otro, si eres alérgico al primero también lo vas a ser al segundo. Por otra parte, se utilizan determinados microorganismos resistentes a antibióticos en esta ingeniería genética, y se temía que esta resistencia pudiera traspasarse a las personas al consumirlos. Sin embargo se ha demostrado que esto no sucede así. Otros de los inconvenientes que se les atribuyen a los alimentos modificados genéticamente son, por ejemplo, la pérdida o modificación de su valor nutricional, la aparición de enfermedades nuevas y no tratables, la presencia de compuestos tóxicos o el daño a las especies silvestres.
Sin embargo, las posibles consecuencias perjudiciales de estos alimentos no sólo podrían afectar a la salud de las personas sino a la agricultura en general y a la economía de los agricultores. Esto se debe a que, con la aparición de nuevas especies por la modificación genética, aparecen también las patentes por parte de las grandes empresas que las han creado. Limitan para sí mismos la producción de esta nueva especie y se les permite denunciar a quienes la cultivan, de tal forma que deben pagar por ello. El problema reside en que no se puede frenar la propagación de una especie, y menos de una planta. Por mucho que intentes evitarlo mediante cualquier tipo de barrera, una semilla puede llegar a tu campo y, en teoría, sólo por este hecho ya tendrás que pagar a quienes la han patentado. Esto supone unas pérdidas enormes para los agricultores, e incluso los propios empresarios que "poseen" esta especie podrían forzar que esto suceda con el fin de conseguir un beneficio económico.
¿Hasta que punto es ético apropiarse de una especie?
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